Bienvenidx a la era de las excusas, las mentiras piadosas y las verdades a medias.
Hay dos cosas que me molestan, las excusas y las impuntualidades, y esta es la incansable costumbre que define a muchas personas. Es evidente que a lo largo de la vida todxs hemos dicho alguna mentira piadosa o hemos llegado tarde a un compromiso, yo asumo mi mea culpa, pero lo importante es intentar que no vuelva a suceder porque aunque hoy está normalizado, no deja de ser una falta de respeto hacia los demás y dice mucho de la persona que actúa así, bien por inseguridad, por miedo a una reacción ajena o porque no sabe comunicarse asertivamente. Y amiguis, en los tiempos que corren, la confianza es un valor en alza.
Lo contrario a ser honesto es complicarse infinito, sin necesidad que lo justifique.
No tenía planeado escribir este post, pero ayer quedé con una amiga, y cuando yo ya estaba en el restaurante, ella me llamó para decirme que estaba buscando aparcamiento mientras yo escuchaba como bajaba la escalera de su casa. “La quiero matar” dijo mi ego.
Mientras le esperaba, mi mente abrió una carpeta a la que denominé ranking de excusas, y ahí tengo guardaditas todas las que van desde esta reciente que os acabo de contar a otras que forman parte de lo que yo llamo artesanxs de la mentira, sí sí, de estas personas que a cualquier situación le dan la vuelta a la tortilla y te quedas con cara de póker pero mentalmente aplaudiendo y visualizando cómo se cierra el telón, contundente y de terciopelo rojo.
Seguro que vosotrxs también retenéis en vuestra memoria mentirijillas que habéis dado u os han intentado colar dignas de premio cinematográfico. Sería divertido si me las dejáis en comentarios 🙂
Pero ¿si llevamos las trolas a otra escala? Me refiero a cuando se miente sin escrúpulos y se cometen fraudes y corrupción por el mal uso del poder y de los recursos públicos. Y para más inri, como esto es el pan de cada día, estas conductas inmorales se normalizan por la frecuencia con la que se dan y por la indiferencia de muchas personas, así nos va.
Tiempo atrás se creía en las personas, valías como la dignidad, la reputación y la ética eran consolidadas. Quiero pensar que las futuras generaciones aprenderán de nuestros errores y que el valor de la palabra lo usaran para volver a dignificar y honrar a la verdad nuestra sociedad.
No te creas nada, cuestiónalo.
Neus