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POR EL INTERÉS TE QUIERO ANDRÉS

La relación con un/a gran amiga/o es muy parecida a la relación de pareja, también hay una primera fase de enamoramiento, donde las dos personas ofrecen su mejor versión. Existe un pico de emoción donde hay ilusión, divertimiento, felicidad y ganas de compartir todo, incluso regalas esa parte de ti que está blindada y debes proteger como lugar sagrado que es. Pero una vez se han consumido estas emociones o se ha satisfecho una necesidad puntual, adiós y muy buenas, quedas caducada/o como el mismo yogur de tu nevera. Esto es el pan de cada día en la era de los amores líquidos, las sociedades blandas, la fragilidad en los vínculos o la obsolescencia programada del amor, llámalo como quieras. 

Desde mi experiencia, el amor hacia un amigo o una amiga se rompe cuando dejas de admirarle. Y esto se puede extrapolar también al amor de pareja o de algunos miembros en la familia. Llega un momento que te das cuenta que sus valores ya no están alineados con los tuyos y te decepcionan, en ocasiones es suficiente con una sola vez y otras necesitas unas cuantas hasta que tu cuerpo, que es muy sabio, te dice “ya no más”.

Dejar una relación no debe verse como algo negativo porque ya sabemos que lo que no suma, resta. El problema deriva de como es dejada esa relación, porque dice mucho de la persona que toma la decisión, como lo gestiona y como se comporta, y me da igual que el “amor” haya durado dos meses o 20 años. Si no hacemos uso de empatía y de inteligencia emocional, estamos convirtiendo nuestra vida y la de los demás en un sinvivir de decepciones constantes.  

Y si eres una persona que le da muchas vueltas a los “porqués” y a los “y sis” te preguntarás ¿y cómo vivir así? Pues no te queda otra que si no puedes con tu enemigo únete a él, los refranes en ocasiones son sabios. Con esto no quiero decir que trates a las personas de usar y tirar, estoy totalmente en contra de la falta de valores éticos y estas actitudes cobardes. Me refiero a que no te queda otra que hacerle caso al gran sabio Heráclito recordando que “lo único constante, es el cambio”, ser consciente de la época que nos ha tocado vivir y entender que ahora todo evoluciona mucho más rápido.

Acepta que hay personas que tal y como llegan, se van. Comprende que cada persona tiene un mapa distinto al tuyo, condicionado por una infancia y una experiencia de vida propia y esto tiene mucho que ver con los valores, los que para ti son importantes, no lo son para el otra/o. Entiende que muchas personas no quieren afrontar una conversación incómoda bien porque no tienen los recursos adecuados o simplemente no tienen empatía y se la suda lo más mínimo. Una vez comprendas esto lo más importante es dejar de pensar en la otra persona y poner el foco y toda tu energía en ti. Confía en que llegaran nuevas vidas que te volverán a ilusionar, pero para eso tienes que moverte y estar abierto/a a nuevas experiencias. Invierte dinero y tiempo en los sitios donde te vas a rodear de personas que comparten las mismas aficiones que tu, ya sea formación, música, teatro, deportes, viajes o aquello que más te apasione y te haga sentir bien.

No te resistas al cambio, deja que la vida fluya y te sorprenda, porque cuando sucede, es maravilloso. Y cuando vuelvas a tener una persona a tu lado que admires, disfrútala, pero con los pies en la tierra y con la sensatez y coherencia de que ya nada es para siempre. 

Para finalizar, ten siempre presente que la educación no sólo es decir «gracias», «por favor» y «lo siento», la educación es hacer sentir bien a las personas.

Un abrazo

Neus