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La dictadura de la imagen

En el post anterior os hablé sobre nuestra imagen y de la importancia que tiene cuidar nuestro aspecto porque es una muestra de valor que le otorgamos a lo que somos por dentro. Pero una cosa es cuidar nuestro aspecto externo desde el autoamor y otra cosa es caer en la obsesión enfermiza de intentar conseguir y mantener unos cánones de belleza irrealistas que nos exige la sociedad.

Nosotras somos juzgadas por nuestra imagen externa mucho más que los hombres y en determinadas profesiones debemos cuidar mucho más nuestro aspecto si queremos ser consideradas buenas profesionales, pero ojo, que tampoco se note mucho.

La presión se incrementa a medida que cumplimos años y por este motivo hay cada vez más mujeres que quieren normalizar el paso del tiempo y reivindicar el envejecimiento. Ejemplos de ello son la actriz Ángela Molina, que presume de canas y arrugas siendo uno de los rostros más bellos del cine español; la actriz Kim Cattrall critica que «las revistas tratan a la mujer que envejece como si tuviera una enfermedad»; y la actriz Helen Mirren manifiesta «no creo que porque envejezca deba interpretar constantemente a enfermos de cáncer o alzheimer».

Precisamente esta exaltación de un determinado modelo de belleza física unidimensional y estricta, que se traduce en éxito social y personal, no hace más que influir negativamente en nosotras causando problemas de autoestima, inferioridad e insatisfacción personal. Por lo tanto, no es de extrañar que la mayoría veamos la edad y el paso del tiempo como un desvalor que hay que combatir estéticamente.

Esta sociedad nos presiona para que nos mantengamos jóvenes, pero luego recibimos críticas si nos realizamos tratamientos y/o cirugías estéticas.

Somos víctimas de unos cánones de belleza impuestos por los tiempos que nos ha tocado vivir y la medicina y la cirugía estética son una herramienta disponible que usada de forma adecuada mejora la autoestima y la seguridad de muchas personas, con todo lo que esto repercute en sus vidas.

De lo que estoy en contra es del abuso de pinchazos que dejan caras planchadas e inexpresivas y de cirugías estéticas sin sentido común. Considero que debemos cuidar un físico que nos haga sentir bien y mejorar aquello que nos desagrada siempre dentro de nuestra libertad y sistema de valores.

Pero sobre todo ser conscientes de que la belleza y el atractivo son tan diversos como el propio ser humano y actualmente los cánones se están ampliando para aceptar progresivamente una mayor diversidad ofreciendo un concepto de belleza más heterogéneo que en el pasado.

Everyone somos libres para hacer lo que consideremos con nuestro cuerpo y nuestro aspecto, no critiquemos ni un exceso de ácido hialurónico, ni la falta de firmeza cutánea, ni un sobrepeso, ni una delgadez, no sabemos la mochila que lleva dentro cada persona.

Un abrazo,

Neus